31/3/10

El desconocido me tomó de la mano con la intención de seguir nuestro camino. Ahora estabas viendome la espalda. Mi espalda alejandose de tí y una voz que te hablaba desde el celular. Entonces supuse que atenderías la llamada que habías dejado esperando y seguirías tu camino sin importarte lo que acababas de ver. Ahora yo tenía alguien que me daba calor en medio del invierno, alguien que me rescatara de entre la nieve. ¿Tu la tenías? Por supuesto que sí. ¿Está bien verdad? ¿Para tí eso está bien?

-

Capítulo II: El desconocido.

En cada paso que daba encontraba la posibilidad de que gritaras mi nombre y vinieras por mi. Pero cada vez me alejaba más y mis esperanzas porque me llevaras contigo de vuelta disminuían. En un momento me encontré lo suficientemente alejada de vos como para no escucharte aunque dijeras mi nombre. Era un hecho, me habías dejado ir. Ni siquiera sabías dónde habría de pasar esa noche o quién sería la persona con la que estaba. Ya no te importaba. Quería voltear y correr hacia ti llorando y pidiendote perdón, para rogarte que me dejaras volver a casa. Pero ya era tarde.. Imagine una escena en la que tomabas el celular y te alegrabas con alguien por haberte deshecho de mi. Ya no importaba nada, nuestro pasado, nuestras promesas, todo era basura par vos. Ese pasado que evitás recordar y que yo no puedo olvidar. Ahora ya nada de eso valía, todo era nada, todo lo que pasamos juntos, ya... Y no pude evitar llorar. El desconocido comenzó a preguntarme qué me pasaba, con mucha preocupación, pero yo no podía responder; Y, entre los nervios, el llanto y el frío que recorría todo mi cuerpo, desmayé en sus brazos.
Desperté en una habitación muy cálida con una toalla alrededor de mi cuerpo, sentada en un sillón. En frente mio, una pequeña mesa con una taza de té. Y detrás de la mesa, observandome con concentración, la persona que me había salvado a la cual llamaba "el desconocido" en mi mente todo el tiempo. Su nombre era Arashi. Me dijo que no tenga miedo, que podía confiar en él y que tome el té para que el frío se aleje más rápido. Si necesitaba algo, podía salir de la puerta, cruzar el pasillo y bajar las escaleras hasta la sala, allí iba a estar él leyendo. Si necesitaba dormir, podía usar la cama que se encontraba a mi izquierda. El baño estaba en la puerta de al lado, por si lo precisaba. Dicho esto, salió de la habitación.
Era muy respetuoso y atento, no me pareció mala persona. Tampoco había mencionado nada del episodio anterior. Quise agradecerle, pero se fue muy rápido... Seguramente para que no me sintiera presionada. Estaba cómoda allí, pero yo aún seguía pensando en la persona que me había dejado atrás.
Tomé el té e intenté en vano dormir. Examiné unas cinco veces la habitación. Luego el baño.
Era una casa con colores de otoño, muy cálida. Pero, por alguna razón me parecía que tenía algo frío a la vez. Una sensación rara de vacío y soledad... Entonces bajé hacía la sala para intentar comprender este presentimiento.
Me acerqué a las escaleras. Era una escalera caracol de madera oscura, con muchos detalles. Así era toda la casa. Bajando, se percibían luces de vela y el sonido calmo de una respiración. Al acercarme mas pude ver la punta de la cabeza de Arashi. Por alguna razón, bajaba ocultandome entre la baranda, como si estar allí estuviese en contra de alguna regla, y si él me descubría recibiría una prenda. No sé por qué pensaba eso, ya que no había ningún aire amenazador en ningun aspecto desde que llegue a la casa. Tal vez sea el lado infantil que aún tengo y todavía no pude dejar atrás. Ese lado inocente que lo toma todo como un juego. Pero el juego terminó rápido ya que caí torpemente en todo el recorrido de los cinco escalones que faltaban bajar. El daño fue leve, lo que más me preocupaba era que el grito que había emitido al caer irritara a Arashi. Él se encontraba en un sillón leyendo un libro. Me miró, sonrió, y se acerco a tenderme una mano para levantarme. Me sonrojé, como cuando alguien se sonroja por haberse caído de la manera más torpe, en medio de un juego, frente a alguien que casi no conoce. Al levantarme, me miró sonriendo y me dijo:
"¿Se encuentra bien señorita de la nieve?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario